viernes, 11 de noviembre de 2011

Ajena

El tiempo y el espacio se funden en un punto donde ya nada importa, a la deriva en el horizonte. Inespecífica en sentimientos, salvo por la pesadumbre de la noche sobre los hombros y las vueltas en las sábanas. Desconectada de mis propios pensamientos y abrumada por el olvido que me inunda. Recordándote de vez en cuando en la lejanía, en los sueños tras los que agitada me despierto, por los momentos en que alargo la mano y nada encuentro. Me vaga la idea fugaz del descontento de nuestros encuentros, de su escasez exagerada y de lo tortuoso de acostumbrarse a no buscarte más veces con los ojos cerrados.
Con los pies en el suelo, tropiezo con cada baldosa. Escarpado el camino hasta la lucidez de la conciencia, la iluminación de los pensamientos y la clarificación de la mente.
Te espero.