miércoles, 26 de enero de 2011

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Solo puedo amarte cuando no estas, cuando de tí ni tu sombra queda.
Solo puedo amarte cuando tu olor no me inunda ni me embriaga,
cuando me pide que me acerque mientras yo, receloso, accedo pensando en mariposas.
Solo puedo amarte cuando las nubes se abrazan y el agua golpea los cristales.
Necesitar verte y verte sin necesitarlo. Soledad sin tí y contigo.

Solo pude amarte cuando te fuiste para siempre, mientras cajones vacíos
te llamaban, suplicantes.
Solo pude amarte cuando te cansaste, cuando cerraste la puerta detrás de tí.
Comencé a amarte para siempre cuando el taxi se alejaba.

Desde entonces, paredes manchadas y abultadas.
Vueltas y vueltas sin dormir nada.
Vencido al fin, me deje perder en el mar.
Caminé y caminé hasta no poder volver, hasta no saber donde estaba.
Dando vueltas sobre mi mismo me hundí enloquecido,
y me olvidé de quien era para poder olvidar quien eras tú.

domingo, 16 de enero de 2011

Peces de ciudad

Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d’Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,

pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

Joaquin Sabina, Peces de ciudad

jueves, 13 de enero de 2011

Uno, dos, tres...respira hondo...

Ayer pensaba que no era para tanto. Y a pesar de haber tomado ya una decisión que consideraba firme, esta se tambaleó durante todo el día. Tal vez fue el hecho de vernos todos juntos, las bromas y las risas. Me hizo pensar por un momento que las cosas no habían cambiado, que el tiempo no había pasado por nosotros.

Esta mañana al levantarme, tan solo han hecho falta unos pocos segundos para recapacitar y volver a sentir esa sensación de desahogo y pronto hereditario. Me han negado la evidencia y yo me la he negado a mi misma. No me gusta que me tomen por tonta y que por ello crean que pueden mentirme. Al final resulta que la decisión es realmente firme.

Esa tendencia de tambaleo la he tenido siempre. Me cuesta mucho mantener una decisión, sobre todo si me marean. Pero lo cierto es que a pesar de que cambie, sé cual es la esencia y sé en que me baso para pensar lo que pienso.
No, mira, mejor ni me hables. Es que estoy de exámenes ¿sabes?. Bonita justificación para no hacer nada.

miércoles, 5 de enero de 2011

Reflexión 10

No es fácil aprender a decir que no; ni darse cuenta que lo innecesario lo es en si mismo, sin ser negativo o culpa de nadie. Un día escuche que quien pretenda la total perfección y armonía con todo lo que le rodea, jamás será feliz. Tendrá tantas preocupaciones que no le quedará tiempo.

Las decepciones son culpa de las expectativas, y todos nos equivocamos al esperar lo que nunca llega. Todos somos maníacos alguna vez y engrandecemos lo positivo que puede suceder.
Es cansado luchar contra algo que no tiene sentido, intentar solucionar algo que no es un problema, que no es culpa de nadie. Si las piezas no encajan, no encajan y punto. Es mejor dejarlo estar.

Sin embargo, todo tiene sus límites, y cuando llega la gota que colma el vaso, ya no hay vuelta atrás. Hay quemaduras que no sanan con pomada y entonces se toman decisiones que, acertadas o no, llegarán hasta el final. Cambiamos justicia por solidaridad, para todos por igual, espero. Por explicitar que no sea.

Luego vendrán las preguntas, y las respuestas seran dadas sin reparos. Sinceridad ante todo, pues no hay nada que esconder. Lo innecesario no genera descontento, pero tampoco lo contrario, asi que nada hay de malo en seguir buscando.
Arrivederci, Roma.


Soldier by Ingrid Michaelson
I don't believe in anything but myself