viernes, 25 de junio de 2010
Malos pensamientos
Profundizando algo más en ese presentimiento, parece como si algo fuera a terminar, no a terminar temporalmente sino de forma definitiva y lo peor de todo, inevitable. Son cabos sin hilar en un intento por construir una sucesión lógica de acontecimientos pasados y preveer los futuros. Interrelacionar relaciones pasadas, presentes y futuras, asociarlas con los sentimientos que desencadenan y pueden desencadenar....al final, dada la imposibilidad de manejar tantas posibles variables, acaba por no llegarse a ninguna conclusión clara. Tan solo queda el resquicio de algo que pudo ser y no fue, que unido a los propios sentimientos del costurero en cuestión acaban por producir algo tan ambiguo y poco atrevido como una sensación, una sensación negativa. Es la inseguridad que esta sensación produce, el hecho de no tener una certeza lo que hace que no quiera irme, porque siento que algo va a romperse.
Tras unas horas de olvido, volvemos a la situación con la cabeza más fría que antes. Tal vez la perspectiva tomada para tratar de dilucidar el asunto no ha sido la adecuada. Es entonces cuando recuerdo que la objetividad prima y decido eliminar mis propios sentimientos del juicio. Analizando los hechos uno por uno y tratando de ponerme en la piel de los demás implicados tal vez el presentimiento no tenga ninguna base lógica para que se de. Es todo un alivio cuando la razón es capaz de ofrecer un foco de luz entre el oscuro y desordenado mundo de los sentimientos y las emociones. Por unos instantes me sentí liberada, tranquila y satisfecha por haber desarmado la sensación negativa. Sin embargo, no podemos negar que somos un compuesto de ambos, de razón y de emoción, así que el destierro es solo momentaneo. Para fortalecer nuestro propio afrontamiento activo, a veces necesitamos ayuda externa. Ya sé que lo he escuchado de sus propios labios y que puedo llegar a ser cargante por recaer en lo mismo una vez más, pero la sensación es muy fuerte. Vuelve a decirlo una vez más y ayúdame.
lunes, 21 de junio de 2010
Sé yo mismo y no te arrepentirás....
Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto.
Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como un trapo mojado.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma.
Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola.
Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos.
Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro para mí.
Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido.
Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos.
Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor.
Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepentirás.
¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos.
Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel.
Hasta que no dejen de ser miel.
Sal, niega todo y después vuelve.
Te invito a un café.
Caliente claro.
Y sin azúcar. Sin aliento"
Y perdimos el norte...
Perdimos el norte cuando permitimos que la sociedad se hiciera dueña de nuestros valores. Pero es culpa también de nuestra propia "pereza intrínseca". El ser humano es vago por naturaleza. Dejarse llevar es lo más sencillo, dejar que otros piensen por nosotros y absorber como una simple esponja los conocimientos, las creencias y las ideas que se nos van dando progresivamente durante nuestra socialización. Para muchos, se trata de un proceso de mera acumulación e imitación de patrones. No se da una verdadera asimilación y un verdadero análisis crítico que permita extraer conclusiones propias y que sean estas conclusiones, desarrolladas por nosotros mismos las que vayan forjando nuestros propios valores a lo largo de nuestra vida. A pesar de que considero que existen valores inamovibles y comunes para todos, a los cuales cualquier persona por el mero hecho de ser racional puede considerar como primordiales. La razón es universal, no entiende de culturas, es puramente objetiva. Si logramos eliminar toda la subjetividad que nos invade por el hecho de habernos criado en una determinada sociedad, todos alcanzaríamos a discernir los mismos valores fundamentales e inamovibles. Luego, el resto de valores, no menos importantes sino aquellos que nos identifican como una persona u otra y que nos orientan en nuestra vida cotidiana elaborando un tipo de comportamiento u otro son los que dependen de nosotros mismos, de nuestro propio raciocinio y de otras variables, digamos más de tipo ambiental y personal-emocional.
Perdimos el norte cuando permitimos que la belleza física se convirtiera en la base del autoestima. Los estereotipos sociales crearon modelos supuestamente "ideales" que debemos anhelar, desear ser y esforzarnos para ello. Un cuerpo proporcionado y una cara bonita pasaron a convertirse en el sustento del propio autoconcepto. A la gente suele alagarle mucho más que le digan que es guapa y que esta delgada a que le reconozcan su inteligencia. Pero la belleza es efímera y no es objetiva sino que depende de los ojos que la miren. Hay algo mucho más fundamental dentro de nuestra propia esencia. El verdadero objetivo de la vida es sentir esa llamada "paz interior", esa sensación de estar satisfecho con uno mismo, de tener metas, de ir cumpliéndolas... la progresiva consecución de esta paz es lo debería generar el amor hacia nosotros mismos. La belleza física no debe ser una variable influyente en lo que a autoestima se refiere. Todos flaqueamos en algún momento, sobre todo cuando somos más vulnerables, en la adolescencia. La adolescencia es un periodo dificil, en el cual se esta produciendo un cambio importante. Las influencias externas son fundamenteles para el desarrollo, para el paso de la niñez a la edad adulta. Y la sociedad succiona el cerebro de los adolescentes e intenta implantarle las bases para la futura formación de principios, basados en ideas superfluas y llenas de conveniencia económica. El hecho de basar la autoestima en la belleza física puesde terminar en desequilibrios alimenticios en general. La disconformidad entre el prototipo deseado y la realidad (además normalmente alterada a peor) crea un sentimiento de culpabilidad, que intenta solucionarse sometiendo al cuerpo a un castigo, al caos. Todo para tratar de parecerse a esa imagen. Todo para nada a fin de cuentas. Esta en nuestra mano evitar prolongar la adolescencia durante toda nuestra vida. Reconozco que yo también pasé por ahí y me detuve un buen rato hasta darme cuenta de que me estaban manipulando. Para eso tenemos un "craneo privilegiado", así que, ¿por qué no lo usamos?
Perdimos el norte, aunque sinceramente, no sé cuando comenzó ni hasta donde va a llegar. No quiero imaginarlo...
PINTURAS DE ISABEL GUERRA , superrealismo
(a la que adimiro profundamente. Adoro ese aire de absentismo del mundo, de divagación mental con el que dota a sus pinturas)"
lunes, 14 de junio de 2010
Al fin, satisfaction
domingo, 6 de junio de 2010
Esta eres tú, quien lo iba a decir, tú
"Esta soy yo. Me enorgullezco de ser como soy, disfrutando de las olas del mar en una playa desierta, de noche. Siempre he soñado con un beso apasionado bajo la lluvia, de esos que salen en las películas. Me encanta la poesía, aunque me cueste ponerme a leer, sobre todo al principio, hasta que permito que las palabras me envuelvan y me hagan partícipe de lo que dicen. El arte me maravilla, aunque no sea una gran entendida del tema. Me gusta escudriñar qué hay detrás de los trazos del pincel hasta llegar a esbozar los sentimientos del pintor.
Sensible, muy sensible, pero buscando la fortaleza que haga de ella virtud. Inteligente, tal vez no para los temas cotidianos, pero sí en lo referente a la escencia de las personas, que es lo que realmente me interesa. Comprender, descifrar, escudriñar dentro de los demas y comprender el por qué de todo y aplicar ese mismo interés en mí misma.
Las cuestiones divinas me vienen demasiado grandes, de ahí que me declare "agnóstica", aunque no sé si el término es correcto.
Busco la utópica incondicionalidad en alguien especial, me niego a creer que no exista.
Los abrazos y los mimos son siempre bien recibidos, aunque primero viene la confianza.
Poco atrevida pero obligada a serlo, reflexiva y melancólica si no encuentra respuesta... [...]"
Esta soy yo. No sé si maravilla o cúmulo de desastres, pero yo al fin y al cabo, y aquí estoy, sentada sin ropa frente a tus ojos, habiendo comprendido que no puedo cambiarte, que no debo querer que cambies, sino que debo valorar si quiero aceptarte a tí y a tu amigo con el que vas de la mano, inseparables como dos caras de una misma moneda. Adorable y brusco al mismo tiempo según a quien le toque gobernar y tirar del carro. La valoración no deja de ser complicada. Pueden dejarse de lados los sentimientos y oír sus quejas dede lo más profundo del corazón mientras la razón decide, o bien dejarse guiar por ellos y resistir los golpes en la sien que la razón te propina. No es cuestión de equilibrio, me temo. Constante y pesada dicotomía...
sábado, 5 de junio de 2010
Again, but still worse
La cercanía constituye una competición sin misterio, sin dudas de ganador. Conquista cada vez más de mi terreno, lo invade con su presencia y yo no puedo si quiera intentar apoderarme de su parte de vida. A ella le corresponde, es dueña desde hace muchos años.
El destino ya está escrito. Las distancias actuales pronto serán sustituidas por complicidad forjada años atrás. Tal vez pueda incluso trasladarse a mi parcela, dejandome completamente fuera de juego.
No hay nada que pueda hacer al respecto. Debo aceptar que se lleve mi trofeo, mi trocito de cielo pues hay más razones para que sea así que para que no lo sea.
Me queda esperar y buscar el olvido con el paso de los días. Creo que es comprensible y no pienso competir. Será como deba ser.
viernes, 4 de junio de 2010
Reflexión 6
- Mira, no quiero ser pesada, pero quisiera saber hasta cuándo vas a estar así.
- ¿Así como?
- Así. Demasiado cautelosa, demasiado tolerante, demasiado paciente...demasiado, demasiado, demasiado, mi pequeña infeliz. Qué pasa, ¿no te das cuenta? Dime, cuánto te falta ¿eh? Cuánto te falta para volver a estallar expulsando una nube completamente incomprensible e ininterpretable de pensamientos y sentimientos entremezclados, formando una “barrejada” debido a lo poco que los has tratado o bien a lo demasiado que los has tratado y a lo poco que los has expresado al exterior. Entonces lo único que podrás hacer será llorar y seguir llorando hasta que alcances otra vez el estado inicial. Pero sabes qué te digo, que esa no es la forma; y lo sabes. Lo sabes porque te engañas pensando que eres así, pero no lo eres, o al menos una parte de tí no lo es. ¿Por qué no cambias de estrategia y me haces caso, aunque sea por una vez en tu vida? Dilo todo, quéjate, di que no te parece bien, que te molesta el comentario, que no te gusta que lo tome con tanta vanalidad. Dilo joder, haz el esfuerzo de cambiar la perspectiva. Cambia el estilo de afrontamiento, del pasivo, la evasión y la consecuente aceptación a la acción. Tienes poder para cambiar las cosas, al menos las que a tí te conciernen. Sino ¿qué demonios vas a hacer? ¿Vas a pasar toda tu vida aceptando las imposiciones ajenas?
- ¿Y qué coño crees que hago? Joder, ¿es que nadie lo ve? ¿De verdad que no? Es realmente desesperante sentirse luchando día tras día contra tí misma. Sentir que estas exprimiendo al máximo tus esfuerzos, que te estas obligando cognitivamente a ir por otro sitio, a guiar a los sentimientos hacia el lugar adecuado y a no permitirles que te dominen. Flaquear de vez en cuando es completamente inevitable. Me conoces desde siempre, maldita sea, sabes como he sido antes y cómo soy ahora. Párate un momento y compara ambos momentos. ¿no ves acaso mejoría?
- Eso no te lo voy a negar. Pero sigues tropezando siempre con lo mismo. Cada vez estoy más convencida de que te estas esforzando, pero no estas focalizando los esfuerzos en el problema central. Te entretienes en detalles minúsculos, en elementos contextuales y no en la esencia, en tu propia esencia, que es donde está tu verdadero problema. Ya sabes lo que opino de él y de todas las implicaciones emocionales demasiado profundas que tengas. No puedes permitírtelo. No puedes si no eres capaz de modificar tu visión hacia ello. Sé que te ayuda y tal vez sean necesarios pero debes obligarte a actuar de otra forma. Pensé que tal vez actuaría como detonante, que te ayudaría a que se te hiciera más fácil decir lo que piensas...
- ¡Y tú también sabes lo que opino!. Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Es una gran ayuda y no me arrepiento en absoluto. No podía dejar pasar una oportunidad así, ni siquiera se me paso por la cabeza la posiblidad de dejar que se fuera. He aprendido mucho gracias a su ayuda, me ha traspasado la visión que tiene de mí, una visión mucho más positiva que la mía, desde luego.
- De acuerdo, pero estas volviendo a la dependencia de nuevo. ¿Qué va a pasar cuando no esté, cuando se marche definitivamente? Sabes que lo hará, ya te dije el otro día que la incondicionalidad es una utopía. Te esmeras en detalles, en demostraciones constantes porque así es como te sientes bien. Cuando amas, amas de verdad. Eres realmente maravillosa en ese sentido, puesto que no creo que pueda sentirse para nada insatisfecho. Sin embargo eso no significa que no vaya a marcharse. Puede ser que seas tú la que se vaya definitivamente, también cabe esa posibilidad. Pero, y si no es así, ¿qué demonios vas a hacer?¿Tienes idea de que va a ser como retroceder mil pasos, de lo perdida que te vas a encontrar?
Se dio cuenta de que ya no la escuchaba. Me hacía demasiado daño lo que decía. Suspiró profundamente, como exhausta por la conversación. Se levantó de la silla y se acercó a mí. Me acarició la cabeza y dijo “tienes que escucharme más a menudo. Sé que es duro para tí pero es necesario que lo hagas. Veo cosas que tú no ves y trato de que las veas. Tan solo quiero lo mejor para tí, para las dos”. Se alejó por el largo pasillo hasta que la perdí de vista. Escuché el ruido de la puerta al cerrarse. Como suele sucederme siempre, me quedé pensando largamente en sus palabras hasta que las primeras lágrimas comenzaron a asomar, ya que tal vez tenía razón y yo no estaba a la altura...
"Sigo siendo la misma niña ingenua que dibuja corazones en el suelo, imaginando su propia historia de amor"