sábado, 31 de marzo de 2012

El columpio (I)

Ella paseaba por la ciudad. Era una tarde cualquiera de un día cualquiera. Se había alejado del ruido del centro para perderse por las calles tranquilas y silenciosas de las afueras. Soñaba con cada paso que daba, inventando alguna historia, algún encuentro, algún regalo del destino. Caminaba por el parque, distraída, contemplando las vistas de la ciudad. Sonrió divertida al ver los columpios, y no resistió la tentación de probarlos. Se sentó y comenzó a balancearse. Con cada movimiento, se sintió retroceder en el tiempo, navegando por los recuerdos de su mente, cerrando los ojos de vez en cuando para hacer todavía más vivas aquellas sensaciones pasadas, las risas, los juegos. Ensimismada, comenzó a cantar, dejándose llevar por el vaivén, olvidándose de donde estaba.
Daniela

Él la observaba desde el banco, embriagado de la sencillez y vitalidad que derrochaba aquella chica, desconocida hasta hacía unos segundos. Sentía a su alma moverse dentro, saltando en su corazón, haciéndolo palpitar con cada ida y venida de su cuerpo sobre aquel columpio del parque. Sonreía y cantaba, mirando al infinito de la ciudad, gobernándola desde lo alto.
Quiso acercarse, quería ser partícipe de aquella imagen, de aquella escena tan hermosa. Caminó hacia ella con cuidado para no alterar la atmósfera que la envolvía. Estaba ya muy cerca.
Quiso hablar, quiso conocer a aquella chica de cabellos castaños . Se detuvo frente a ella, dispuesto a preguntarle tantas cosas. Pero las palabras se le escapaban de la boca, se resbalaban por la comisura de sus labios, haciéndole cosquillas, robadas por el viento, el mismo viento que movía sus cabellos con el dulce balanceo de su cuerpo.
Jorge

Ella volvió al presente y se encontró con los ojos verdes de aquel muchacho que la contemplaba. Creyó reconocer algo en aquella mirada, algo que ya había visto antes. Quiso decir algo, pero sólo podía sonreír.