viernes, 25 de enero de 2013

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Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos

Neruda

viernes, 18 de enero de 2013

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Tal vez por primera vez deberías reírte de lo ridículo que suena lo ajeno y evitar que, al menos por esta vez, lo irracional deje de sorprenderte.
Tal vez deberías ir acostumbrándote a los defraudes y plantearte que, quizás, es que todo termina siempre de la misma forma, independientemente de todo lo demás.
Tal vez al final no acabe quedando nada de provecho, nada que guardar ni conservar.
Tal vez las zorras y los lobos no sean las únicos mentirosos y malvados en los cuentos. Al fin y al cabo, las cosas nunca son como aparentan. Todo tiene dos caras, dos formas de verse y de entenderse.
Tal vez lo que fue considerado importante un día, acaba siendo insignificante y banal, y sin embargo, aquello que tan siquiera miraste termina por ser fundamental.
Todo es relativo, pues, y sino que se lo pregunten al tiempo, que de eso sabe y mucho.

jueves, 17 de enero de 2013

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Es este echar de menos y este echar de más. Este juego que tenemos o que me he inventado yo sola. Este ahora sí y mañana no. Esta confusión que viene cuando menos la buscas y cuando menos la necesitas. 
Este esforzarme por no pensarte y no dejar de pensar si te acuerdas de la última o de la primera.
Estos versos que emanan de mis manos a media noche y las canciones de Sabina a deshora. 
Esta vergüenza que no me vence, este verme tan desconocida y tener que mirarme al espejo por las mañanas para asegurarme de que soy yo.
Esta sonrisa que me inunda al pensar en aquellos minutos y lo rápido que desaparece si pienso que tal vez no. 
Esta incertidumbre que aborrezco, estas ganas de saber qué pasará o de si tal vez nada pasa
Estas ganas de encontrar tu mirada en otras circunstancias, en medio de la neblina fría de las últimas horas de la noche y terminar, como siempre, en un lugar mejor, pensando que tal vez si...