Cuesta creer cuántas adicciones hay. Sería muy fácil si sólo hubiera drogas, alcohol y tabaco. Lo más difícil de superar una adicción es querer superarla. Nos enganchamos por un motivo, ¿no? Algunas
veces, demasiadas veces, lo que empieza como algo normal en tu vida, se
convierte en una obsesión y, de repente, dejas de controlarlo. Buscamos la euforia, eso que logra que todo lo demás...se desvanezca. Lo malo de
las adicciones es que nunca acaban bien. Llega un momento en el que lo
que nos ponía eufóricos, deja de hacerlo y empieza a doler. Dicen que no superas tu adicción hasta que no tocas fondo, pero... ¿cómo sabes que lo has tocado? Porque por mucho que algo te duela, a veces, dejarlo duele aún más.
by Silvia Pelissero
* La aversión a escuchar tu
propia voz en los oídos del otro y a imaginar su presencia en las
esquinas. La adicción a la invulnerabilidad y a la impasibilidad de
trenes pasando delante de tus ojos. La adicción al no perder y a las
despedidas indoloras mutan de repente al sentir en los labios la miel de
lo probable, de la acomplejada perfección que brota de su inherente
imposibilidad. Y te sientes vulnerable y pasible, estancada en el roce
de los segundos con recuerdos inventados.