viernes, 25 de junio de 2010

Malos pensamientos

Qué es lo más apropiado cuando por algún motivo que escapa a la razón nos invade un mal presentimiento. Completamente amorfo e indefinido, no sabemos exactamente a qué se debe o con quién esta relacionado. Es una sensación que aparece de repente, sin previo aviso. Puede estar relacionado con algo en concreto, sí, pero solo es una pequeña sugerencia y no una certeza...algo perfectamente comprensible, dado que no esta basado en nada aparente.

Profundizando algo más en ese presentimiento, parece como si algo fuera a terminar, no a terminar temporalmente sino de forma definitiva y lo peor de todo, inevitable. Son cabos sin hilar en un intento por construir una sucesión lógica de acontecimientos pasados y preveer los futuros. Interrelacionar relaciones pasadas, presentes y futuras, asociarlas con los sentimientos que desencadenan y pueden desencadenar....al final, dada la imposibilidad de manejar tantas posibles variables, acaba por no llegarse a ninguna conclusión clara. Tan solo queda el resquicio de algo que pudo ser y no fue, que unido a los propios sentimientos del costurero en cuestión acaban por producir algo tan ambiguo y poco atrevido como una sensación, una sensación negativa. Es la inseguridad que esta sensación produce, el hecho de no tener una certeza lo que hace que no quiera irme, porque siento que algo va a romperse.

Tras unas horas de olvido, volvemos a la situación con la cabeza más fría que antes. Tal vez la perspectiva tomada para tratar de dilucidar el asunto no ha sido la adecuada. Es entonces cuando recuerdo que la objetividad prima y decido eliminar mis propios sentimientos del juicio. Analizando los hechos uno por uno y tratando de ponerme en la piel de los demás implicados tal vez el presentimiento no tenga ninguna base lógica para que se de. Es todo un alivio cuando la razón es capaz de ofrecer un foco de luz entre el oscuro y desordenado mundo de los sentimientos y las emociones. Por unos instantes me sentí liberada, tranquila y satisfecha por haber desarmado la sensación negativa. Sin embargo, no podemos negar que somos un compuesto de ambos, de razón y de emoción, así que el destierro es solo momentaneo. Para fortalecer nuestro propio afrontamiento activo, a veces necesitamos ayuda externa. Ya sé que lo he escuchado de sus propios labios y que puedo llegar a ser cargante por recaer en lo mismo una vez más, pero la sensación es muy fuerte. Vuelve a decirlo una vez más y ayúdame.