miércoles, 31 de marzo de 2010

Silencio, reflexiones y tú

Todo parece buscar al silencio. Apenas escucho a mi compañera hablando y riendo en la última habitación del pasillo. Casualmente, la televisión del vecino está hoy con el volumen más bajo de lo habitual, ya que no puedo averiguar, como otras noches, qué canal están viendo.

La calle está calmada, tan solo se escucha alguna voz aislada a lo lejos, y el sonido de algun coche perdido que pasa.

La luz de la farola tintinea constántemente, luchando contra la oscuridad de la noche.

He apagado la televisión tras pasar revista de los canales. He quitado la música. Yo también parezco buscar hoy el silencio que la noche por sí sola, especialmente hoy, ya facilita.

Ensimismada, rebusco en cajones y organizo mi propia historia. No puedo permitir que se me escape ningún detalle, por pequeño que sea. Sintetizo la información recién adquirida, pues con tanto ajetreo y movimiento no he tenido tiempo. Adoro que tus puertas se abran ante mi, permitiéndome avanzar cada vez más en la aventura de conocerte. Me entusiasma sentir mis propios pasos, retumbando hacia el horizonte azul, cada vez con menos miedo. Paulatinamente va reduciéndose el tambaleo cuando apoyo mi peso en ellos y siento el suelo firme bajo mis pies. Me siento orgullosa de haber rechazado una mano ajena por intentar conseguir soportar yo sola mi propio peso. Me acuerdo de Ángeles, y de la sonrisa que iluminaba su mirada cuando nos ha visto aparecer a Eva y a mí en la minúscula habitación de su residencia. Me acuerdo de sus manos arrugadas pasando las hojas de un álbum de fotos, recorriendo su vida y compartiéndolo con nosotras. Es realmente gratificante sentir que alegras un poco la vida de alguien.

Ahora, ya hay mas ruido en la calle. El camión de la basura está recogiendo los contenedores y acaba de pasar un grupo de gente dando voces justo por debajo de mi ventana. Mi compañera acaba de meterse a la ducha, como acostumbra a hacer dos veces al dia todos los dias.

Visualizo ahora una imagen tuya, la que ayer retuvo mi hipocampo asociada a una emoción, una emoción indescriptible. Mi cabeza sobre tus rodillas. Tu mirada de niño fijándose en mis ojos. Tus bellas manitas acariciando mi pelo. Tus labios susurrando una canción. Es lo único que añoro de esta tranquila y silenciosa noche.



"Meto en un saco tus besitos y los mios, cien mil arrebatos, tu aroma de niño..."