jueves, 6 de mayo de 2010

La clave está en la confianza

No podemos ceñirnos a experiencias pasadas (sobre todo a las malas) en nuestro avance por la vida. En inevitable que estas formen una parte inseparable de nuestra vida. Debemos aprender, a base de golpearnos contra la pared, a ser cautos y precavidos a la hora de elegir compañías. Este es el aporte principal que deben proporcionanos las malas experiencias pasadas. Sin embargo, nunca debemos perder la capacidad de confiar en las personas ya que debemos mostrarnos seguros de nosotros mismos y considerar que hemos aprendido la lección pasada y que esta vez hemos elegido bien y no van a clavarnos el puñal por la espalda. Es cierto que hay personas que saben camuflar muy bien su personalidad perversa y retorcida bajo una fachada de aparente bondad y disposición. Tan grande es el engaño que la puñalada es totalmente inesperada. A mi me ha pasado veces y más veces. Sin embargo me resisto a dejar de confiar en la gente y a dejar de tener fe en ellas. Hay personas que son realmente íntegras, honradas y sobre todo, llenas de buenas intenciones. La clave está en saber distinguirlas del resto (o en saber distinguir a los malos de los buenos, si se es más optimista que yo :)).

La confianza es fundamental para saber de quién rodearse, para saber a quién permitirle que penetre en el conocimiento de nuestra esencia más pura, de lo que realmente somos. No podemos ir por ahí desconfiando de los demás sin dar siquiera una opción al cometimiento de algún error que sustente dicho reproche.


Confía en mí, porque yo soy de las buenas :)